domingo, 31 de diciembre de 2017

Go away 2017! with everything i shoul not load in 2018

Parecía que estas últimas horas jamás llegarían, pero aquí estamos; tu y yo, frente a frente para vernos detenidamente y odiarnos por estos doce meses donde nos castigamos encarnizadamente. Ya mis carnes estaban abiertas. El tejido humeante de una herida trazada por la mano pequeña que tanto amé ya sangraba tenazmente. ¿Lo ves? Lo vengo llevando desde antes que nacieras. Ha sido mi estigma desde que se decidió ser feliz; cuando sus fuerzas ya no pudieron sostenerla. Y fue lo mejor. Era ella o el injusto ostracismo de mis crueles convicciones. Por eso me ves así, portando este infame aviso que grita la taladrante melodía de la justicia y de mi atroz penitencia.  
Abriste los ojos sin saber que la disfruté cinco años, que la perdí hace dos y que por eso la comencé llorar. Ni siquiera te habías enterado de los prolegómenos de la patética historia que ahora agoniza con tus últimos pasos.
Entre las oscilantes y coloridas luces de aquella noche veraniega la descubrí. Quedé impactado; absorto. Ignorante de lo que allí empezaba. El fácil libreto de una historia que nos tenía reservado esta morbosa extirpación de una porción que nunca recobraré. Deberías saber que nadie pudo con nosotros cuando fuimos uno. Que convertimos en postales las convulsas calles de la ciudad y que nos consumimos hambrientos dentro de innumerables habitaciones pasajeras.
Jamás hallaré aquellas tiernas comisuras en otras miradas. La delicia de aquellos fascinantes mofletes nunca más será disfrutada por estos mustios belfos. Pero salgo expulsado de su órbita habiendo escrutado la totalidad de su ser. Allí quedó rubricado el irrepetible sabor de mi esencia, en cada recoveco, en cada espacio imposible. ¿Y lo que expone a los demás? También fueron conquistados por mi primitiva machez. A alguien tendrá que contarlo. Alguna amiga seguramente se enterará de lo que juntos hicimos, poseídos por la premura y la lujuria que nos conminaba al libidinoso despojo de nuestras ropas. Entonces se vendrá abajo. Cuando las tortuosas reclamaciones la empiecen a sojuzgarla no podrá con ellas y creerá desmayar. En ese instante, cuando su triste mirada se quede petrificada en sus pequeños pies querrá salir corriendo sin poder hacerlo.
Te vas con esta historia que quizás no debió escribirse. Se te va acabando la vida y no paras de cargar los ínfimos detritos de lo que aún queda de mí. Veo que no es solo mi pena. También está aquella que me complementa. ¿A dónde irás con ellas? ¿Existe realmente un purgatorio para entidades espectrales? No te apures. Ya lo descubriré.
Dos almas desgraciadas. De esto ¡Cuánto sabias Dante! Tanto andar, tanto amar, tanto soñar, para terminar errantes entre nuestras crueles reminiscencias. Dos cuitas que se abrazan para poder seguir en otra vida. Dos aciagas verdades y una arcana mentira. Te vas dejando a ese pobre diablo que llegó al final. A ese triste actor de reparto que posa en la fría almohada la oquedad de su testa, creyéndose el afortunado protagonista. Aquel eterno segundón jamás se enterará lo que hoy te confesé.
Te veo exhalando tus últimos estertores y casi que me alegro. Dentro de pocas horas recibiré a tu prístino sucesor y allí estaré maldito amigo. De pie. Sin más bultos que cargar. No me queda más fuerzas en estos hombros exangües. Pero tengo la sesera intacta. Así enfrentaré al otro, con sus trescientos sesenta y cinco días para reconstruirme. Y me impondré. Las penas se van contigo. Lo único que no te dejaré llevar son aquellas señales que siempre me recordarán a los que estuvieron conmigo, en los momentos más álgidos, más funestos. A esos amigos no podrás llevarles pues los conservaré hasta donde encuentre mi última parada.

Te estás muriendo, te tomo de la mano y aquí, dentro de mi mirada torva, se agita un bravo mar de sentimientos, un océano insondable donde se desaguaron todas las lágrimas de mi profunda tristeza ¡Hasta nunca hijo puta!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Manifiestate. Opina aquí